Cuando la plenitud apela ante tu irritabilidad ante la vida propia, cuando ya no puedes de felicidad, porque al fin algo ha abogado por ti, la bonanza la exhalan tus poros y al fin te das cuenta que solo una casualidad faltaba en la pasividad hastiada de tu vida. Algo así como unos ojos achinados que se arruguen al reír, alguien que te recuerde tu belleza ya marginada de tu pensar, una risa torpe que te avecine a un lugar sin retorno.
He caído ya hace tiempo en un vacío no vacío,
lejano de demases ilusiones,
lejano de angustias añejas,
solo cerca de una sangre ardiente, que recorre con prisa las vueltas inquietas de un cuerpo que anhela, que anhela una libertad que tome de la mano a la tuya.
Rememoremos tiempos de conquista,
hemos dicho,
rememoremos tiempos de dicha,
de dicha pasajera, de esas que se las lleva el viento,
con un suspiro de alegría.
El reloj ya no nos rechaza, el tiempo ha pasado,
y tengo esta manía de quererte cada vez más,
me dicen mis demencias que mi pañuelo está llorando carcajadas,
me remuerde el día a día,
y una creación sincera carcome mi mente.
Fuiste, pero también eres y serás,
como una brisa veraniega en mi vida,
esperada, bienvenida y esperanzadora de una noche más fresca y larga.
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